29/11/15

Una pastelería en Tokio (2015) - Reseña

PUNTUACIÓN: 8.5
DATOS TÉCNICOS
Dirección: Naomi Kawase.
Título original: An.


SINOPSIS
Sentaro es un hombre que trabaja haciendo dorayaki o tortitas rellenas de anko (pasta dulce de judía roja). A diario va a trabajar, siempre haciendo lo mismo, y con poca o nula pasión por el negocio. Un día, una simpática señora mayor se ofrece a trabajar para él, pero aunque Sentaro al principio se niegue a emplear a una señora mayor, acabará accediendo tras los repetidos intentos de esta, y comprobará que ella, que lleva haciendo anko 50 años, se le da especialmente bien. Así, el negocio comienza a prosperar, y Sentaro y Tokue van abriendo al otro viejas heridas del pasado.


PERSONAJES PRINCIPALES
- Sentaro (Masatoshi Nagase): uno de los dos protagonistas. Desde el inicio de la película ya se sabe que trabaja a diario en el negocio de los dorayaki, aunque no es algo que le apasione. De hecho, hasta que no incorporan a los dorayaki la pasta de an elaborada por Tokue, él mismo reconoce que nunca se había comido un dorayaki entero. Así pues, uno no puede evitar preguntarse cómo acabó en ese negocio y qué le ata a él.

- Tokue (Kirin Kiki): la otra protagonista. Una simpática y adorable señora mayor que busca disfrutar la vida, observando los cerezos, escuchando lo que las plantas, el viento o incluso las judías rojas le dicen. Defiende que todos hemos venido al mundo para ser libres, y que hay que hacer aquello que nos brinde felicidad. A través de sus ojos el espectador goza de una visión más particular del mundo, serena, calmada, minuciosa.

- Wakana (Kyara Uchida): aunque sin tanto protagonismo como Sentaro o Tokue, sería la siguiente persona con más relevancia de la película. Es una joven estudiante que vive en un apartamento con su madre, con quien tiene una relación muy distante, y con su canario, que está continuamente piando. Acude a diario a la tienda de dorayaki a llevarse los que han salido mal hechos, y poco a poco comenzará a sentirse vinculada a Sentaro y a Tokue. Como curiosidad, en la realidad las actrices que encarnan a Tokue y Wakana son abuela y nieta respectivamente.


SITUACIÓN
Al principio, por banal que parezca, uno de los motivos que me animaba a ver la película era saber que se rodaba en Tokio. Una de las intenciones que tenía al verla era buscar posibles localizaciones que conociera de mis viajes. No hubo suerte. Pero tampoco importa, pues la película está rodada en Tokio pero no en los grandes suburbios de rascacielos y luces de neón, sino que huye de ese Tokio para mostrarnos otro mucho más íntimo. Finalmente, por una de las localizaciones, que existe en la vida real pero no diré el qué para evitar spoilers, descubrí que la película tuvo que rodarse en Higashimurayama, una ciudad en el centro-norte de Tokio, fuera de los 23 Barrios Especiales.


COMENTARIOS

Tenshi:
Una pastelería en Tokio es una película íntima, realista, que huye de la superproducción así como del Tokio más espectacular y deslumbrante, para mostrarnos una historia cotidiana -que te dará ganas de probar el anko si no lo has hecho- pero con buenas dosis de dramatismo y una cruda verdad de fondo. Recurre a menudo a mensajes como "vivir la vida siendo feliz" o "hemos venido al mundo para verlo y escucharlo". Para escuchar las historias que todo el mundo tiene que contar, incluidos -como dice la propia Tokue- el sol y el viento. Un relato estructurado a través de tres generaciones, y las tres relacionadas. Puede haber quien considere que la película es quizá demasiado lenta, pero no es más que una invitación a disfrutar de esta como de la propia vida: sin prisa, libremente y atesorando todos los detalles.
Imposible no emocionarse al final.

Albitxu:
Una pastelería en Tokio es, sin duda, un film para disfrutar con todos los sentidos. Habla del gusto, del dulce; habla del tacto, cuando elaboramos recetas en la cocina; habla del olfato, de la repostería recién hecha, a través de palabras sutiles y de imágenes preciosas.
Pero también es una película que habla con el lenguaje del corazón. Nos cuenta como los vínculos se desarrollan entre los seres humanos, cómo es posible estrechar con un desconocido un lazo más fuerte aún que el que te vincula a tu propia familia. Es una historia de superación, de metas y de sueños, de quien no se rinde, de quien pelea aun a sabiendas de que tiene las de perder. De quien no tira la toalla. De quien quiere superarse a si mismo. Es una metáfora constante de ese tema tan recurrente dentro del arte japonés: la fugacidad de la vida. Es sentimiento wabi-sabi plasmado en fotogramas que recuerdan a estampas ukiyo-e por su sencillez y contención.
Una historia que te enseña a saborear la vida hasta el último instante, a sonreír incluso entre lágrimas. Esfuerzo y dedicación, tesón y paciencia, finalmente dan sus frutos. Nuestro tiempo es fugaz, sí, pero vamos a hacer de él lo que nosotros queramos, juguemos de una vez por todas a ser libres.
Porque nunca es tarde para alcanzar tus sueños.

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