25/4/14

"El viento se levanta" - Crónica del preestreno


Hoy se estrena por fin en los cines españoles El viento se levanta (Kaze Tachinu), la última película de Hayao Miyazaki, director de películas como Nausicaä del Valle del Viento, Mi vecino Totoro, El viaje de Chihiro o mi siempre preferida La princesa Mononoke. Sin embargo, en Nihongadas tuvimos la suerte de acudir ayer al preestreno en Cinesa Proyecciones, gracias al sorteo realizado por Generación GHIBLI (facebook y blog) en colaboración con SensaCine.

Dicho sea antes que nada que el personal de SensaCine tuvo el evento bien organizado, con una tablet a la salida de la sala, donde cada espectador debía elegir entre cuatro opciones con opiniones sobre la película, desde "muy buena" hasta muy mala, contabilizando así de manera breve pero efectiva la opinión de todos los espectadores. Aquellos que se habían quedado con la espinita clavada de dar su opinión sobre la película, tenían opción de hacerlo y de que quedase grabado en vídeo.


"Le vent se lève!...Il faut tenter de vivre!"
("El viento se levanta...hay que intentar vivir")
Original de Paul Valéry, Le cimetière marin, y traducción dada en la película


PUNTUACIÓN: 9/10

La obra, basada en hechos reales, se centra en el Japón de los años 20 y 30, una época de depresión entre las dos guerras mundiales, de pobreza, de enfermedades. Será la época en la que el Gran Terremoto de Kanto tenga lugar (tanto en la realidad como en la película). Así pues, Japón se encuentra en una sociedad hundida por la guerra. Muchos bancos han ido a pique, y gran parte de los ciudadanos se han quedado sin trabajo. El tema de las guerras con otros países (EEUU, Rusia, China...) será tratado muy someramente, a modo de simple marco espaciotemporal de la acción.
La película narra principalmente la vida de un joven, Jiro Horikoshi, cuyo sueño había sido desde pequeño pilotar aviones, pero debido a su miopía tuvo que desistir. A cambio, decidió dedicarse a algo para lo que realmente valía y que le apasionaba tanto como pilotar aviones: construirlos. De esta manera, perseguirá sin arredrarse su objetivo, a través de un sinfín de cálculos, ensayos y errores, hasta llegar a su obra maestra: el Mitsubishi A6M "Zero" (o simplemente "Zero"), un caza de combate increíblemente veloz.
Jiro Horikoshi en la realidad y en la película
No haré aún un análisis de la película en detalle, porque eso requeriría destriparla por completo sin que la hayáis visto, pero sí que tengo pendiente hacer ese análisis cuando pase un cierto tiempo, pues creo que es una de las películas que ciertamente merece un análisis a fondo. De manera que aquí tenéis una pequeña crónica de la película.


Con El viento se levanta, Miyazaki se despide por todo lo alto, con la película más madura y menos infantil de toda su obra. A decir verdad, creí que la película sería una simple muestra del amor que Miyazaki siempre ha profesado hacia la aviación (y en general cualquier objeto capaz de surcar el cielo), desde que estuvo en la fábrica de su tío, la Miyazaki Airplane Corporation, dedicada a la manufactura de piezas de aviones[1], de manera que no es difícil ver en Jiro Horikoshi un reflejo del propio Miyazaki y su vida. Por detalles como este, es evidente que está dejando en su última obra algo de sí mismo, elementos de su vida y sus pasiones.
Sin embargo, la trama no se queda en el mundo de la aviación, sino que, aun apareciendo con sumo detalle, funciona más bien a modo de telón de fondo, como escenario de la vida y las inquietudes del propio Horikoshi.

Como ya he dicho, esta es posiblemente su película más madura, más adulta y más realista. A pesar de ello, Miyazaki introduce, de una manera u otra, tintes de sus mundos de fantasía: el onirismo de la inspiración de Horikoshi y sus constantes cambios entre lo que sueña y la realidad; la manera, increíblemente visual, con que los ingenieros que trabajan con Horikoshi interpretan sus teorías, viendo todos en una especie de "imaginación colectiva" el mismo avión, detalle por detalle, a partir de las explicaciones técnicas que ofrecía Horikoshi; o incluso la vida que Miyazaki otorga hasta a los objetos inanimados, como las partes del engranaje de los aviones, que saltan, crujen, rugen, vibran y casi parece que hablan, o incluso la misma tierra cuando tiembla durante el terremoto de Kanto de 1923. Todo tiene vida en el universo de Miyazaki, y aunque en una película realista como esta no se pueda permitir el lujo de hacer que todo hable como si fuese una representación de algún espíritu, tal y como en otras de sus tantas películas, sí que dejará ver, a su manera, que incluso los objetos están vivos.

Eso lo consigue, entre otros motivos, gracias al tratamiento del sonido, lo que me lleva a hablar de otro importante punto: la música. De nuevo, y a excepción del ending (Hikoukigumo, de Yumi Arai, os dejo un vídeo abajo), contará con la ayuda de su amigo Joe Hisaishi, quien ha puesto música a muchas de sus películas, y en esta obra no podía hacerse una excepción.

Hikoukigumo, de Yumi Arai, quien en el siguiente vídeo pasea por el Museo Ghibli

El paseo que Yumi Arai da por el Museo Ghibli me vale para enlazar con otro de los aspectos de la película: la animación. Y es que, si ya disfrutaba antes como nadie de las películas del Studio Ghibli, después de visitar el Museo (ya lo narraré en las crónicas del Viaje a Japón) disfruto aún más si cabe, pues gracias a la exposición que puede verse se entiende mucho mejor la manera del Studio Ghibli (y por ende, de Miyazaki) de llevar a cabo su animación: totalmente tradicional, sin efectos especiales ni ordenador, tan sólo con lápiz, papel y pincel, pero siendo capaz de crear magia ante nuestros ojos sólo con esos pocos elementos. Los paisajes de El viento se levanta recuerdan enormemente a los dioramas exhibidos en el museo, y que muestran como, en varias de sus películas (sin ser esta una excepción), pueden mostrar una infinidad de planos, la mayoría de ellos utilizados siempre para mostrar la inmensidad de la naturaleza.

Finalmente, no podría acabar la crítica sin hablar de su relación sentimental con Naoko Satomi, de la que desvelaré poco para no hacer spoilers aún, pero sí he de decir que es una relación tremendamente tierna, que le sirve a Miyazaki para introducir un bonito concepto en la película: lo anecdótico. Si la película tuviese una simple trama de un diseñador de aviones que persigue su sueño, no habría escenas donde "disfrutar de la vida". Tal y como dice el verso de Valéry en el que se inspira la película, "El viento se levanta...hay que intentar vivir". De esta manera veremos en varias ocasiones a Jiro saliendo del estudio y dejando de trabajar en sus diseños para centrarse simplemente en vivir cada momento, especialmente con Naoko.

Y así, Miyazaki dice adiós a la industria como director, y lo hace a lo grande, con una película que resume su vida, sus inquietudes (a través de la figura de Jiro Horikoshi), donde plasma algunos de los temas recurrentes en su carrera. Dicho de otra manera, si alguna de las películas de Miyazaki tuviese que definirle, personal y cinematográficamente, esta sería sin duda la más acertada.

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[1] Montero Plata, L., El mundo invisible de Hayao Miyazaki, p. 9

1 comentario:

  1. Hace poco e terminado de ver esta maravillosa historia y realmente te abre los ojos , personalmente me muestra que en esta corta vida se pueden lograr muchos objetivos siempre y cuando tengamos firmeza en nuestras decisiones y nunca dejando de soñar...
    Finalmente , gran reseña.

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